La disposición volumétrica exterior, con su geometría asimétrica de líneas rectas, cuadrados y rectángulos, se asemeja a una obra maestra del movimiento De Stijl. Como arquitectos de la iluminación, esta fue nuestra principal consideración al proponer la iluminación de la fachada. La luz, en términos de energía visual, fue estratégicamente ubicada en bordes, ranuras y planos, para mostrar el gesto de los distintos volúmenes que componen la residencia, sin pasar por alto las necesidades funcionales de iluminación.

El desafío técnico consistió en integrar la arquitectura con el equipamiento de iluminación, para dar la sensación de que la luz fuera emitida desde el interior del edificio y no proyectada sobre él. Ranuras especiales y nichos fueron diseñados para albergar los dispositivos lumínicos y ocultarlos de la vista, haciendo hincapié en el concepto visual de objetos radiantes.

El efecto de silueta fue una herramienta útil y creativa para complementar nuestra estrategia global. Un objeto a contraluz se muestra oscuro contra un fondo claro, revelando su forma. Esto permite separar el sujeto del fondo, creando una percepción más profunda del espacio. En términos prácticos, la luz reflejada difusa sirve como luz funcional para fines de orientación y de circulación.